Arnau, criado entre los campos y los animales, ha recibido las enseñanzas de su abuelo José, aprendiendo los secretos de la tierra y el ciclo de la vida rural. Comenta que cada gesto, cada palabra de su abuelo, se ha convertido en un legado que se comprometió a mantener vivo.
Su devoción por la granja se refleja en cada cosecha, en cada animal bien cuidado y en cada detalle de sostenibilidad que introduce en Can Vilumara. Al frente de Can Vilumara, la granja sigue siendo un refugio de autenticidad, un testimonio viviente de una tradición que perdura con amor y respeto hacia la tierra y sus frutos.